Fran Motecino: " Es un trabajo humanista porque es a la escala mía, sin esclavizar a ninguna persona"

16-11-24, 10:00 p. m.
Con una propuesta que desafía el fast fashion, con su marca homónima refleja su compromiso con la sostenibilidad y las técnicas tradicionales, como el Boro y el Sashiko, que utiliza para transformar desechos textiles en piezas únicas. Influenciada por las culturas indígenas y la arquitectura caótica de Valparaíso, su trabajo es un testimonio de la memoria y la historia de los pueblos. Con proyectos como el "Manto Porteño", que próximamente será expuesto en Suiza, la diseñadora nacional continúa su camino hacia una moda más humana y consciente, alejada de la sobreproducción y la explotación.
¿Qué te llevó a elegir el diseño de moda como tu carrera?
Empecé a estudiar Diseño Industrial en la Universidad Biobío en Concepción en el año 2004 y el diseño de vestuario nunca estuvo en mi mente. Sin embargo, en el año 2006 estuve en un congreso en Palermo y ahí, de hecho, me inscribí en todos los talleres de textil, principalmente porque lo que me llamó la atención fue el textil más que la creación de ropa.
Comencé a cuestionar realmente mi carrera y aproveché para venir a Valparaíso ese año. Fue entonces cuando tuve mi catarsis y decidí estudiar textil en la Universidad de Valparaíso. Sin embargo, más tarde opté por buscar mi propio camino, salí de la Universidad y me inscribí en un programa técnico de vestuario.
Así en los tiempos que estaba estudiando técnico en vestuario hice mis primeros diseños donde mezclaba “Aguayo” porque en ese momento entonces decidí hacer como mis proyectos basados en la cultura andina. También aprendí a ocupar las materias más nobles como el lino, porque no me gusta el plástico.
¿ Cuál ha sido tu camino para crear lo que hoy es tu marca homónima?
Mientras hacía ropa, me cuestionaba mucho el tema del fast fashion; entonces, siempre fue un cuestionamiento. Puesto que las grandes industrias hacen cantidades gigantescas de ropa, yo no quería caer en eso. Además, estaba preocupada por las materias primas que tenía que comprar y la huella de carbono o basura que generaba.
Lo que hice fue empezar a observar a Valparaíso desde su arquitectura y su desorden, viendo cómo se crean cosas a partir de los desechos y las ruinas. Así, comencé a armar mis propias ruinas con todos estos desechos textiles que generaba yo y mis compañeras. Empecé a tomarlos y a crear collages textiles con todos esos retazos, y fue entonces cuando también comencé a aprender las técnicas del Boro y Sashiko.
Y eso también tiene que ver con Valparaíso, puesto que es una ciudad lenta, que es contrapuesta a la rapidez, digamos de la moda.

¿Podrías explicar más sobre cómo el sentido humanista que mencionaste en tu trabajo se relaciona con observar a tu alrededor y reconocer tus propios patrones?
El sentido humanista tiene que ver con el observar, porque yo estudié en una escuela donde no hacíamos diseño por hacer, es decir, no me enseñaron a hacer productos, sino a ir a una comunidad a conectarme con las personas y ver cuáles eran sus necesidades, no crearlas.
Aunque en un momento estuve en una incubadora de negocios donde me plantearon la posibilidad de tener socios y poder mandar a hacer la ropa. No a tan gran escala, pero a una que no iba a mi escala humana. Pero eso implicaba que alguien en otra parte del mundo iba a tener que esclavizarse, porque los precios que iba a tener que poner para poder vender iban a ser muy bajos.
No quería eso, por lo que preferí retirarme de la incubadora y seguir con lo mío. En el fondo, hoy me di cuenta de que nunca retrocedí, sino que siempre seguí mi esencia y fui avanzando, solo que en una dirección muy distinta. Es un trabajo humanista porque es a mi escala, a la cantidad de ropa que yo puedo hacer, sin esclavizar a ninguna persona, haciendo lo que yo quiero hacer.
Sabemos que en tu marca valoras y compartes las historias de los pueblos indígenas a través de tus colecciones. ¿Podrías contarnos un poco más sobre tus antiguas colecciones?
La colección que Kawésqar fue una de las primeras, la hice en 2008. Siempre he estado conectado con las culturas, ya que mi papá era geógrafo y realizó su tesis de Geografía en el altiplano, precisamente en las textileras. Pasó meses viviendo allí, documentando todo el proceso de esquilar, limpiar y teñir la lana.
Siempre ha sido importante para mí rescatar en mi trabajo la historia. En un momento fueron los pueblos indígenas, incluso, me llegué a obsesionar con la cultura andina por sus colores, ya que yo no concibo el mundo sin colores. Si bien, quizás yo en mi diario vivir no soy tan colorinche como otras personas, mi trabajo sí tiende a ser súper colorido.

La historia en sí está en en mi trabajo porque porque es parte de la memoria, porque no es un trabajo desechable y yo no quiero que eso pase. Espero que mi textil si en algún momento ya no sirve de ropa, pueda ser transformado, pero quiero que conserve una historia, un relato.
Sabemos que usas el boro y el sashiko que son técnicas de costura y bordado tradicionales japonesas, ¿nos podrías explicar un poco en qué consiste para quienes no lo conocen?
En este momento estoy armando mi técnica y haciendo un proyecto que se llama el manto porteño. El manto porteño consiste en una técnica posiblemente yo creé, logrando un muy buen resultado, en sí yo ocupo primero una entretela y sobre esta voy colocando todos los retazos, armando mi collage. Luego voy poniendo muchos alfileres, porque son paños y con eso aplico calor, ya que, la entretela tiene como una especie de pegamento, logrando que eso se fusione. Ya junto empiezo a coser a mano.
No sé si puedo decir qué hago Sashiko ya que es muy docto, es una técnica que es extremadamente limpia, prolija y no tiene nudos. Si tú ves la parte de atrás de un textil está limpio, es exactamente igual a la parte de adelante y la verdad mi trabajo no es tan así. Creo que más bien soy tirada al Boro, ya que viene a hacer algo un poquito más desordenado.
En esto tomé como referente a un japonés llamado Momiyama Takao. Si bien trabaja con Sashiko, él trabaja más con el boro porque es más desordenado y te da la posibilidad de jugar mucho más con las puntadas. Algunas veces lo utilizo en el Manto Porteño, ya que las puntadas hacen que el textil se refuerce más, durando más tiempo. Sin embargo, no le doy tantas puntadas a mano, ya que el textil se puede desarmar.
Entonces, por eso, los japoneses en la época de la Era Asuka en el siglo VI, en especial los campesinos, por temas de lucas no podían adquirir más ropa. Por lo que, ellos mismos iban remendándola, es un poco como el patchwork puesto que también nace de lo mismo: son trozos de tela que se van juntando y que se van dando puntadas hasta que quede algo más perdurable en el tiempo.
¿Habrán nuevas colecciones en tu marca homónima? Nos interesa saber si estás trabajando en ello y cómo va ese proceso.
Lo que pasa es que actualmente estoy con el Manto Porteño, que ha sido un proyecto en el que llevo trabajando hace dos años. Basado en mi reflexión sobre Valparaíso y el estar en esta ciudad tan compleja pero tan hermosa, a pesar de ser caótica. Cuestioné el por qué estoy aquí, por qué elegí esta ciudad.
Para honrar Valparaíso, estoy haciendo este Manto Porteño, un trabajo que le gustó a Suiza. Por lo tanto, voy a exponer el Manto Porteño allí en abril, en un museo. Voy a hacer un paño de 3 metros por 2 metros, por lo que estoy abocada esto y posteriormente, voy a hacer una colección del Manto Porteño "vestible", que también estará en Suiza.
Obviamente, igual siempre saco cosas que se puedan mostrar aquí, pero algunas veces se pueden vender y otras veces no. Debido a que muchas veces los precios son muy caros y en verdad no puedo tampoco bajar mucho, porque es un trabajo tan lento con tanta rigurosidad, y tengo que valorarme.
Y como estoy también autofinanciando un poco el Manto Porteño, aún hago ropa. Además, estoy postulando algunos proyectos, pero de igual manera necesito más dinero, así que estoy haciendo ropa en general. Así que actualmente no estoy trabajando en ninguna colección o cápsula porque mi mente y alma están en el manto.
Para concluir, me gustaría saber cuál es tu opinión acerca de la situación actual de la moda nacional desde la perspectiva de los diseñadores chilenos. ¿Consideras que hemos progresado y que seguiremos avanzando para que los diseñadores y marcas chilenas formen parte de la cultura de consumo de los chilenos? ¿O piensas que el sector de retail todavía tiene un fuerte control sobre el público?
Yo creo que efectivamente sí hay mucha gente consciente, que si le gusta consumir diseño chileno y está preocupada de lo que está pasando con cambio climático, entendiendo esta sobreproducción de ropa y que ha generado un problema no solamente en el norte de Chile sino en muchas partes del mundo.
Sin embargo, al abrir Instagram uno se da cuenta de que esto es como una especie de lucha interminable y decidí salir de allí. Porque si me pongo a observar todo, me genera mucha pena y aún más que la gente no se dé cuenta de lo que está consumiendo, como la esclavitud de muchos niños.
Imagínate por estar comprando ropa que te cuesta $1.000 o $2.000, la gente no se pregunta cuánto le pagaron a la persona que lo hizo. Entonces yo creo que muchas chicas jóvenes no son muy conscientes, esto debido a que las chicas más jóvenes son las más consumidoras de todo este ultra fast fashion. Incluso he visto niñas de la edad de mi hijo que tiene 8 años que son consumidoras de Shein.
En ese sentido, a veces no le veo mucho futuro, pero tampoco quiero perder las esperanzas. Si hay gente que es muy consciente, prefiero aferrarme a esas personas. Pienso que cada vez habrá más gente consciente, también que esos niños también crecerán y se darán cuenta que este consumismo irracional no va con lo humano.

Amaranta Peralta Castillo